Según afirman los expertos, vivimos en la era de la hiperconexión, donde es cada vez más sencillo hablar o estar en contacto con los demás. Y sin embargo, cada día nos sentimos más solos, porque esa conexión es solo virtual, no real. El ser humano necesita el calor de otros para sentirse seguro, para poder sobrevivir más allá de la habitual rutina que nos ha engullido en estos tiempos. Cada vez son más las personas que viven solas, que prefieren quedarse en casa antes de salir a hacer planes. A veces esto deviene de una situación económica limitada, por culpa de los trabajos precarios a los que tenemos que acceder para pagar facturas. En otras ocasiones, los medios parecen habernos hecho apartarnos los unos de los otros, por buscar esa competitividad absoluta en todos los sectores. Vemos a los demás como rivales, estamos menos preparados para soportar esas pequeñas cosas que todos tenemos, pero que en estos días se nos vuelven insufribles.
Y es entonces cuando hacemos un mantra de aquella peligrosa frase que afirma que siempre es mejor estar solo que mal acompañado. Un refrán que, desde luego, tiene mucha lógica, siempre que no lo entendamos literalmente y lo llevemos a una absoluta generalidad. Claro que es mejor apartarse de las malas compañías, de esas personas tóxicas que no nos aportan nada y que nos están provocando dolor y angustia. Pero no todo el mundo es así. El error es pensar que todos a nuestro alrededor van a hacernos daño, o que no podemos confiar en nadie. Que solo nos necesitamos a nosotros mismos para salir adelante. Esto puede provocarnos una gran ansiedad, al entender finalmente que también debemos estar con los demás. Somos seres sociales, y todos necesitamos cariño, apoyo y amor, de amigos, familiares e incluso parejas. Salir a tomar algo o ir al cine con alguien debería formar también parte de nuestra rutina. Pero en ocasiones no nos resulta sencillo encontrar a la persona adecuada. Por fortuna, siempre está la alternativa de recurrir a una acompañante profesional, que hará que nuestra velada sea inolvidable, porque esa es su misión.
Encontrar a una acompañante
Las acompañantes profesionales son chicas que ofrecen servicios muy peculiares. En este caso, una profesional de este tipo te acompañará allá donde tú le pidas, desde viajes de negocio a cenas o eventos importantes. También puedes quedar con ella solo para cenar, para ir a un concierto, o para tomar algo. El destino lo eliges tú, siempre con el consentimiento final de la chica, por supuesto. También hay hombres que ofrecen este servicio, pero no son muchos en comparación.
Las acompañantes profesionales se anuncian hoy por hoy en portales web, donde ofrecen precisamente eso, citas de acompañamiento a eventos, a cambio de cierta remuneración. Es un servicio que en Japón y otros países asiáticos está muy desarrollado, pero que en otros lugares suele confundirse con la prostitución, cuando no tiene nada que ver.
Los servicios que suelen ofrecer
Muchos piensan que las acompañantes profesionales son como prostitutas, pero con la diferencia de que sus servicios no son sexuales. Ese cambio, desde luego significativo, hace que todo sea distinto a la hora de entender este trabajo. A una prostituta se la contrata precisamente para mantener relaciones sexuales. Es el principal objetivo que tienen, y sus servicios siempre giran en torno al sexo. Sin embargo, las acompañantes profesionales tienen otro tipo de servicios. De hecho, como vamos a ver, la mayoría no entran dentro de los aspectos sexuales. Se limitan simplemente a acompañarnos a eventos importantes, o pasar tiempo con nosotros. Para ello se destacan con cualidades como la belleza, la sobriedad, la elegancia y el saber estar.
Entonces, ¿por qué contratar a una chica que simplemente nos va a acompañar? Hay muchas razones para hacerlo y cada cual tendrá la suya. Hay hombres que se sienten solos y necesitan tener a alguien a su lado, aunque solo sea para charlar. También los hay que no quieren pasar largos viajes de trabajo en soledad en una ciudad desconocida, y están dispuestos a pagar grandes sumas para conseguir que una chica les acompañe. Acudir a eventos con estas acompañantes es todo un clásico, especialmente para aquellos que quieran dar una imagen de éxito, llevando a una preciosa mujer del brazo. En ocasiones, estos hombres incluso tienen pareja o están casados, pero necesitan tener a una mujer diferente y bonita delante, para volver a sentirse especiales. Los servicios que ofrecen estas chicas suelen estar tarifados de antemano, así que es fácil conseguir un presupuesto con solo ponernos en contacto con alguna de ellas.
¿Y qué hay del sexo?
Como ya hemos explicado anteriormente, la mayoría de acompañantes profesionales no ofrecen servicios sexuales, ya que quieren distanciarse de ese trabajo. Sin embargo, es cierto que muchas sí que acaban teniendo relaciones íntimas con sus clientes, especialmente cuando estos ya son conocidos y habituales. Esto puede tener un coste extra o nacer sencillamente de forma natural, aunque si una persona te cobra por pasar tiempo contigo, lo habitual es que también haga un negocio del placer. Siempre se suele decir que todo el mundo tiene un precio, y seguramente esa chica que afirma que jamás ofrecerá servicios sexuales se lo piense si hay una gran suma de dinero de por medio. Solo debemos encontrar cuál es esa suma, y si estamos dispuestos a pagarla, claro está.
Más allá de esto, debemos tener claro que los servicios que ofrecen estas profesionales son mayoritariamente de acompañamiento. Si queremos que la cosa termine en sexo, es mejor acudir directamente a una prostituta. Igualmente, en los perfiles de muchas de estas chicas aparecen especificados y pormenorizados todos sus servicios y tarifas. También podemos preguntarles, con total educación, si más allá del acompañamiento ofrecen algún servicio extra. Saber discernir entre una acompañante y una prostituta es vital para que cualquier encuentro con ellas fluya como debe, basándose siempre, como veremos a continuación, en el respeto y la educación.
El respeto y la educación, indispensables
Y es que estamos hablando de tender una relación entre personas, que puede llegar incluso a ser bastante íntima. Cuando vamos a un restaurante, cuando nos sentamos con un abogado, siempre mostramos respeto para la persona que tenemos a nuestro lado. Es algo básico de primero de educación. La idea de que pagar por un servicio nos da derecho a tratar como queramos a esa persona que nos lo ofrece es una total falta de respeto.
Debemos cuidar nuestros modales, porque de hecho, las acompañantes son expertas en cuidar los suyos, para que todo fluya como debe. Por eso, incluso cuando la chica sí que ofrezca servicios sexuales y terminemos acostándonos con ella a cambio de dinero, la educación debe estar siempre por delante. El hecho de tener encuentros íntimos no debe confundirse con utilizar a esa persona a nuestro antojo. No se trata ya de negocios, sino de simple educación básica.